El día lunes 1º de marzo, Popayán parecía una ciudad sitiada o atacada por un enemigo extranjero: morteros, metrallas y fusiles, apuntaban a todas partes, especialmente, a la Universidad del Cauca y al Liceo Nacional. Pero los estudiantes no se amedrentaron: En la Facultad de Derecho, se mantenían en Asamblea permanente los estudiantes de la Universidad del Cauca, en parte como protesta por la masacre de Cali y en parte por políticas educativas del futuro neoliberal, Luis Carlos Galán Sarmiento. Los estudiantes adentro, los soldados afuera. Cualquiera diría que lo que había adentro, no eran estudiantes, sino espeluznantes asesinos a los que había que mantener bajo vigilancia. Las asambleas se repitieron, durante tres días consecutivos: los estudiantes, entre ellos, los liceístas, querían salir a la calle: no importaba, el precio, los estudiantes querían salir a la calle.
En una de sus intervenciones brillantes, el Maestro Alvaro Pío Valencia, nos advertía y nos suplicaba, que no saciáramos las ansias de sangre que tenían esos hombres, armados hasta los dientes. Un poema del Compañero Tuto escrito el 3 de marzo de 1971 en víaperas de su muerte, precedía a muy próximos acontecimientos, que habrían de quedar por siempre en la mente de los estudiantes caucanos.
Miren...
miren ese soldado,
armado hasta los dientes...
Miren...
miren la metralleta reluciente
y en espera
de transformar su silencio
en carcajada de muerte...
Miren al presidente
sonriendo descarado,
mientras los militares
cumpliendo sus mandatos,
asesinan obreros
y matan estudiantes...
Miren...
Miren a la muerte
recorriendo las calles,
tratando de asustar a los pobres,
tratando de asustar a la justicia
desde sus carros verdes...
Miren..., sí,
pero miren,
más allá de las calles,
más allá de los carros verdes...
y más allá del risueño presidente,
Y verán a quien
se hace llamar Mister...
llenando sus bolsillos
olorosos a muerte,
con el sudor y sangre
de toda nuestra gente,
con la sangre que tiñe
la insurrecta bandera
que ha de ir delante
de las luchas presentes...
Carlos Augusto González
Marzo 3 de 1971
El Jueves 4 de marzo de 1971, todas las emociones se concentraban en el patio principal de la Facultad de Derecho de la Universidad del Cauca. Una canción desconocida para mí hasta entonces sonaba en los equipos de sonido. Era una canción de esas que se meten entre los huesos, taladrando hasta lo más profundo y producen escalofríos. Después me enteré que se trataba de la Internacional:
A las 9 de la mañana, se inició la gran asamblea de la cual hacían parte los estudiantes y profesores universitarios, los liceístas, obreros y gente de los barrios. Hubo intervenciones de varios profesores, también de varios estudiantes universitarios y por parte del Liceo intervino el compañero Carlos Augusto González Posso.
Al terminar la Asamblea, salió la manifestación, por la puerta de la universidad que da a la calle 5ª, por allí marchamos hacia la carrera 3ª, frente a la Ermita, por donde bajamos hasta la calle 15, frente a la cárcel del Buen Pastor, en el Barrio Alfonso López. De allí cruzamos hasta la carrera 6ª, por donde volvimos hasta la calle 13, frente a la galería del Barrio Alfonso López. Por allí seguimos de oriente a occidente hasta Las Américas, subiendo por la Carrera 10ª, hasta la calle 8ª, siguiendo de nuevo la ruta, de oriente a occidente, hasta la Panamericana, para tomar la dirección de norte a sur, hasta la calle 9ª. Por allí bajamos hasta la carrera 20, por donde subimos hasta la calle 5ª. Luego seguimos hasta la carrera 23. Por allí seguimos la dirección de sur a norte hasta el cementerio y nos metimos a la calle 4ª, por donde seguimos la dirección de occidente a oriente, hasta la parrilla y allí paramos. Durante toda la marcha coreamos consignas, como las siguientes:
Quien es un hombre llamado caballo?,… el gobernador…
En la Carrera 17 con calle 4a, en el sitio denominado La Parrilla, la marcha se detuvo y pronto empezó un rumor de gritos y silbidos: allí al frente estaban la policía y el ejército, que nos habían estado esperando, para impedir que siguiéramos hacia el parque, aunque esa no era nuestra dirección. Hubo escaramuzas de enfrentamientos: algunos empezaron a correr, pero pronto volvió la cordura y todos nos quedamos allí parados, esperando la orden de los coordinadores de la marcha.
Para evitar un enfrentamiento y un derramamiento inútil de sangre, los coordinadores, empezaron a arengar a los soldados: “La lucha no es contra ustedes, decía Tuto González: ustedes también son pueblo como nosotros. Si el gobernador quiere pelear con nosotros, que venga él y se enfrente con uno de nosotros. Si usted Comandante quiere pelear, lo desafío a que se arremangue y venga a pelear conmigo, pero no obligue a los soldados a pelear contra nosotros” “Vuelvan las armas, contra sus verdaderos enemigos”, dijo otro compañero. Una comisión logró negociar con los comandantes que le permitieran a la marcha llegar a su destino, sin pasar por el parque Caldas.
Entonces, tomamos la Avenida 1ª, o Avenida Fátima, en dirección occidente a oriente, hasta llegar al Puente del Humilladero, por donde nos desviamos por la calle 2ª, en dirección occidente a oriente, hasta llegar a las Residencias Universitarias que estaban ubicadas en la Urbanización Caldas, donde hoy se encuentra el Museo de Historia Natural. Allí se dieron nuevas intervenciones, entre ellas, la de Edgar Támara que denunciaba, la campaña de cerco y aniquilamiento contra los campesinos.
Nos disolvimos pacíficamente, pero al llegar a la calle 4ª, cuando intentábamos pasar por el parque, empezaron a ser detenidos algunos compañeros, lo cual se constituyó en una abierta provocación de la fuerza pública contra los estudiantes, ya que allí nadie estaba buscando pelea, es más, los que iban a pasar por el parque, eran unos poquitos, pero esta provocación, hizo, que los estudiantes se arremolinaran y vinieran otros a apoyar a los que estaban allí. Un compañero fue a intentar una negociación para que liberaran a los compañeros detenidos, pero el compañero también fue detenido.
Entonces, empezó el enfrentamiento: Volaron las tapas de las alcantarillas y pronto empezaron a verse las piedras que atacaban a los policías, mientras veíamos que se venían contra nosotros, más de 120 agentes de la policía Cauca y de pronto, todo se oscureció. Los enfrentamientos se extendieron por el puente del Humilladero y la Urbanización Caldas, donde tanto estudiantes como soldados, caían a menudo en manos de sus contendores, siendo ferozmente golpeados.
Otros compañeros se desplazaron hacia los barrios populares, donde también eran seguidos por la policía y el ejército. Alguien dijo que el gobernador acababa de dar la orden de disparar. En la Urbanización Caldas, los hechos eran muy confusos: El compañero Carlos Augusto González, ha sido alcanzado por una bala cuando trataba de cruzar la esquina de la carrera 1ªA con calle 1ª. La bala disparada por un soldado que venía de la Carrera 2ª, ha entrado por la garganta y le ha salido por el pulmón. El compañero Tuto González se encuentra muy mal herido. Don Carlos, su padre y Diego el hermano lo han llevado al hospital. Don Carlos González, después de llevar a su hijo al hospital ha regresado con su camisa ensangrentada y ha ido a buscar al gobernador para mostrarle la gran hazaña cometida por él al dar a los soldados la orden de disparar. Don Carlos ha sido detenido y poco ha faltado, para que a él también le dispararan los soldados. (Tomado de mi libro inédito Ese liceo de los 70, esos años maravillosos. )
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